Conocí a Nicolás Buenaventura Vidal en una presentación en la Alianza Colombo-Francesa, una noche de hace unos... 20 años tal vez?. Era la primera vez que asistía a una función de cuentería y, por supuesto, iba acompañado de mi hermano, que me inició en gran parte de mis gustos literarios.
Sobre la función, recuerdo claramente como Nicolás contó el ahora clásico cuento de "Porqué el amor es ciego y es loco", lo escuché fascinado, sorprendido, convencido de que algo había cambiado por dentro... las palabras habían cobrado vida.
Los libros siempre han sido una parte importantísima de mi vida... pero las palabras que los componían, a pesar de ser evocadoras de mundos llenos de aventura y emociones, seguían siendo algo estático, escrito en piedra... eran... fantasmas.
Cuando descubrí la cuentería encontré que esos mundos no sólo deben ser evocados, sino invocados, que lo que somos habita a la vez en tantos lugares como deseemos y que no solo podemos viajar a ellos sino hacer que ellos viajen a nosotros y que rodeen a quienes estan a nuestro lado, invitándolos a compartir con nosotros ese mundo.
Ahora estoy a muchos kilómetros y muchos años de la loma de la cruz donde solía escuchar a esos cuenteros-culebreros siempre muertos de hambre pero dispuestos a comer a costillas de los que los escuchabamos a veces deleitados y a veces simplemente partidos de la risa. También estoy muy lejos de los "Cuentos del Espíritu" que me acompañaron durante incontables noches desde mi niñez. Pero aun así, cada pedazo de esas historias habita en mí, habita en todos... cada cuento construye un universo porque, en el principio, fue la palabra.
EL HOMBRE QUE CUENTA
(Por Nicolás Buenaventura, inspirado en una leyenda de origen persa)
Allá, donde la Tierra termina, hay un hombre sentado frente al Mar. El hombre habla. Le cuenta al Mar el origen del mundo, el nacimiento de las aguas, la aparición de la tierra y el crecimiento de las montañas.
Le dice el nombre de cada árbol, de cada pájaro, de cada pez.
Le cuenta la historia de la primera mujer y del primer hombre. La historia del primer amor.
La historia del primer nacimiento y aquella de la primera muerte.
Todo se lo cuenta. Y cuando no puede contarle otra cosa, le cuenta que está contando. Y si no puede contar que está contando; inventa otros orígenes, otros mundos, cuenta cuentos nunca oídos, cuentos que nunca más se volverán a escuchar.
No se calla. Siempre hay algo que contar.
El viento y las olas acompañan sus relatos. El río le da de beber. Los pájaros, los peces, los cangrejos y los caracoles lo alimentan.
A fuerza de verlo ahí, sentado, hablando sólo, sin que nadie le responda, algunos han terminado por creer que está loco y lo han abandonado. Otros le traen, de vez en cuando, una que otra historia. Y hay quienes lo acompañan y se sientan a escucharlo. A pesar de los primeros, con los segundos y para los terceros, el hombre sigue contando. El Mar es niño, un niño inquieto y fuerte que no deja de crecer. Las palabras del hombre lo calman, hacen que se hamaque en sus olas, que suba y baje en regulares mareas, que se arrulle con su murmullo constante.
Cuando el hombre se detiene a comer, a beber, a dormir, cuando se cansa de estar sentado y camina un poco; se desencadenan las tempestades, los huracanes, los tifones y las grandes marejadas. Se enfurecen las aguas del mundo y devoran los barcos y devoran los puertos.
Con sus palabras, con sus historias, el hombre calma al Mar. Él no lo sabe. Si alguien le pregunta por qué cuenta, no sabrá responder. Solo sabe que debe contar, que nació para contar.
Si un día el hombre decide no hablar más, si sus palabras se agotan, si se le acaban las historias, si los hombres y las mujeres lo abandonan, si lo abandona el río, si lo abandonan los pájaros, los peces, los cangrejos y los caracoles, si el Mar crece y se olvida de ser niño, si decide no escucharlo más, se desencadenará la fuerza contenida en los elementos y el mundo que conocemos desaparecerá.
Está genial ese cuento! Ve.... fuera de contexto, pero con la frase le cuenta que está contando se me vino a la mente un cuentico de Borgues en que él está contando un cuento y de repente en su cuento llega un mansito a una habitación donde hay un hombre escribiendo un cuento... que es él y el cuento que está escribiendo es el que uno está leyendo... entonces la realidad se vuelve parte del cuento... lo has leído alguna vez?
ResponderEliminarNo lo he leido... aun tengo una deuda con Borges...
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